“Los primeros asuncionistas que vinieron a la Argentina buscaban “la hora de Dios”. Sabían que buscar la hora de Dios es lo mismo que “discernir las señales de los tiempos” (Mt 16, 3), porque el Creador “determinó con exactitud el tiempo y los límites del lugar donde [los hombres] habían de habitar, con el fin de que buscaran a Dios” (Hch 17, 26 y 27).
El tiempo era 1910; el lugar, esta Buenos Aires desde donde era posible llegar -presentían- a todos los rincones del país. Pero había que averiguarlo por las señales anunciadoras. Y esas señales fueron “una tierra inculta pero no estéril”; la multitud hambrienta que esperaba, a las puertas y en
los barrios de “la gran ciudad”, agresiva porque herida por el desdén de los que llenaban la crónica social “con su incansable actividad de ardilla”, escribiría más tarde Rafael A. Arrieta. Y fue señal, también, aquella sociedad que recibía, “muy asustada”, a los adelantados, pero que poco a poco iría sintiendo por ellos “una pizca de simpatía”. Lo fueron, no menos todavía, los amigos, a los que veremos infundir aliento, “no sólo de palabra, sino también por sus actos”.
Esto vale para el período inicial, al que el P. Francisco de Paula Blachère da el nombre de “fundacional” (1910-1926). Después vendrá un tiempo que podría llamarse de “arraigo y desarrollo”, durante el cual la Congregación afirma su presencia en el país, a pesar de un desarrollo que seguirá siendo modesto en cuanto al número de reclutas nativos. El último período del siglo XX encierra los años agitados del tiempo posterior al Vaticano II, de la violencia armada que asoló al país, de la democracia recuperada”
P Roberto Favrea.a.
Hemos querido presentarnos por medio de estas palabras escritas por nuestro hermano el Padre Roberto Favre, son la introducción al libro “Los Asuncionistas en la Argentina” 1910-2000.
Queremos ser capaces de pensar nuestra historia en vistas de un futuro que nos espera siempre con el desafío de trabajar bajo la divisa del “Venga tu Reino”, llamados e invitados por Jesucristo, Religiosos y Laicos queremos continuar la misión del P Manuel d´Alzon.